Con 7 millones de habitantes y una superficie levemente menor a la de El Salvador, Israel alberga al quinto paraíso de startups en el mundo, según el Startup Ecosystem Report 2015. Pero su impulso emprendedor es relativamente reciente, en los ochentas el país vivió una importante ola de inmigración rusa que lo obligó a replantear sus esquemas para poder atenderlos.
“Llegó gente muy preparada pero que no conocía el sistema capitalista y había que darles trabajo, entonces fue ahí donde pensaron que había que impulsar el emprendimiento. Tomó como 10 años aprender qué hacíamos bien, hicimos todos los errores posibles de manera creativa, hasta que encontramos la fórmula”, comentó Jaime Amsel, experto y docente de Herzliya Interdisciplinary Center (IDC) y de Academic College, en Israel.
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La fórmula a la que se refiere Amsel tiene 7 ingredientes fundamentales, los cuales, explica, aun no son explotados en América Latina y son esenciales para que la cultura del emprendimiento permee a nuestras economías:
Enfocarse en el mercado de exportación
De acuerdo a Amsel, todo empresario israelí tiene como fijación el mercado de exportación, siendo el local solo un mercado para testear, “pero lo que quiere hacer es una compañía donde el producto o el servicio que se dé tenga alcance internacional”, indicó.
El networking lo es todo
“El pueblo israelí tiene cientos de años de historia de necesidad de conectarse”, justificó el experto. Esto ha hecho que si un empresario necesita algo, rápidamente habla con alguien y obtiene el conocimiento necesario para desarrollar su empresa. La ventaja de la conexión radica también en la capacidad de formar equipos multidisciplinarios.
“Para tener una buena startup necesitas un buen equipo. El otro punto es la confianza, en Israel la gente confía uno en el otro porque en una empresa, el costo de la desconfianza es muy alto”, detalló el experto.
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Innovar más allá de la tecnología
La innovación es parte del ADN del israelí, pero con un foco diferente al tradicional. Para ellos innovación implica desde hacer un avance científico fundamental, hasta cómo hacer que un periódico se venda más. Pero Amsel refuerza el hecho de que la innovación se gesta en todos los niveles de la compañía, de lo contrario no se lograría el éxito.
La filosofía del “jutzpa”
En Latinoamérica el “jutzpa” sería un concepto similar a la desobediencia. En Israel, es la capacidad de hacer las preguntas que nadie quiere preguntar y proponer una forma de resolver distinta a lo que siempre se ha hecho. “Es no pedir permiso porque después pedimos perdón si hace falta. Esto te permite tratar muchas veces, y caerte muchas veces, hasta que logras la fórmula correcta”, reflexionó.
Arriesgarse y no morir en el intento
Dentro de la mística israelí viene implícito el no temer al fracaso. No toda la población quiere ser emprendedora, aclaró el experto, pero una gran proporción busca intentarlo porque lo peor que puede pasarles es que no funcione y terminar como empleado de alguien más en 10 años, “y esa perspectiva de que eso es lo peor y que vale la pena intentarlo, hay que alentarla”.
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El peso del ejército
Al finalizar el colegio, los jóvenes israelíes (hombres y mujeres por igual) deben cumplir con un periodo de tres a cuatro años de servicio militar obligatorio, antes de ir a la universidad. Esto tiene un peso fundamental dentro de su mentalidad emprendedora, apuntó el experto, porque le da grandes desafíos a gente muy joven y al superarlos, estos entienden que pueden enfrentar cualquier reto, con una alta probabilidad de tener éxito.
El fracaso es lo mejor que puede pasar
Una de las grandes observaciones que Amsel hace a la sociedad latinoamericana es el miedo al fracaso, lo vemos como lo peor que nos puede pasar. “Pero en emprendimiento el único fracaso es no aprender. No quiere decir que fallar no duela, porque duele y muchas empresas cierran, pero dicen “bueno aquí aprendí de esto y ya sé cómo hacerlo mejor la próxima vez”, concluye.