Óscar Álvarez Araya Politólogo costarricense
Carl Menger fue un economista, jurista, profesor universitario y periodista austriaco, fundador de la Escuela Austriaca de Economía, conocida también como Escuela de Viena. Nace en Nowy, Sącz, en la zona de Galicia, bajo el Imperio Austro-húngaro (hoy Polonia) el 23 de febrero de 1840.
Influye en el pensamiento de Ludwig von Mises. Estudió Derecho en las universidades de Praga y de Viena. Se doctora en Jurisprudencia en la Universidad Jagellónica de Cracovia. Se desempeña como profesor de Economía Política en la Universidad de Viena a partir de 1871, así como periodista en varios medios de prensa.
Autor de Principios de Economía Política (1871) considerado la obra fundacional, iniciadora de la Escuela Austriaca. Allí cuestiona las teorías clásicas del valor que defendieron Adam Smith y David Ricardo, desarrolla la teoría de la marginalidad, el concepto de utilidad marginal y el concepto de coste de oportunidad.
La obra de Menger se distingue por el subjetivismo, es decir que el valor o el coste lo define el individuo de acuerdo a su subjetividad y no como dijeron Smith y Ricardo por la cantidad del trabajo aportado a la producción de bienes y servicios. Menger promueve una teoría subjetiva del valor.
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También escribe sobre el papel de la moneda como resultado de un largo proceso espontáneo y evolutivo desarrollado por los individuos como un medio de intercambio de bienes y servicios.
En sus postulados defiende un enfoque metodológico individualista para la economía que llamó praxeología. Evita recurrir a agregados sociales y se basa en el individuo como única realidad en la sociedad. En cuanto a la relación entre precio y coste considera que son los precios del mercado los que determinan los costes. Carl Menger fallece en Viena, Austria, el 26 de febrero de 1921.
Escuela Austríaca de economía
Se le llama así porque sus fundadores fueron ciudadanos del Imperio Austro-húngaro. Según el economista argentino Martín Krause en una conferencia pronunciada en la Universidad de Buenos Aires en diciembre de 2013, los siguientes son los rasgos principales en la obra intelectual de los autores de la Escuela Austriaca de Economía:
“El valor es algo subjetivo. A diferencia de Adam Smith, David Ricardo y Carlos Marx para quienes el valor depende del trabajo, para los austríacos el individuo define el valor de acuerdo a su subjetividad y sus necesidades.
Asimismo, la sociedad está constituida por individuos y la economía es el resultado de la acción humana que es individual. La economía es una ciencia humana, una ciencia social, en la que el autor es el individuo. En fin, que los austríacos se caracterizan por el individualismo metodológico llamado por ellos praxeología. Consideran que las ciencias sociales son más difíciles que las ciencias exactas o naturales porque entra en juego el ser humano, el individuo y sus valores como la libertad individual lo cual complica los pronósticos, a diferencia de la física o la astronomía. Los seres humanos tienen libre albedrío a diferencia de las cosas o incluso los animales.
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Los austríacos desarrollan una teoría de los ciclos económicos de expansión, contracción o recesión y luego expansión etc. que dependen de las políticas de interés y de crédito.
Consideran imposible el cálculo económico en el socialismo debido a que en dicho sistema no existe ni la propiedad privada ni un sistema de precios. Porque en la economía los recursos se asignan de acuerdo a las señales de los precios.
Los precios son intercambios de derechos de propiedad y en el socialismo no hay propiedad privada. Los precios los define un comité planificador integrado por burócratas que considera saber más que el mercado. Fueron necesarios 7 décadas de socialismo soviético para llegar a la conclusión de Von Mises de que el socialismo era imposible porque carecía de un sistema de propiedad privada y precios de mercado para la asignación de los recursos.
También para los autores austríacos el conocimiento está disperso y hay un orden espontáneo. Nadie tiene el conocimiento centralizado. De ahí la importancia del sistema de precios definidos por el mercado o el orden espontáneo que Adam Smith llamó la mano invisible según la cual si cada uno de los individuos persigue su interés personal terminará por contribuir al interés general.