Según el Informe de Riesgos Globales 2017 del Foro Económico Mundial, la creciente desigualdad económica y la polarización social motivaron los cambios políticos en 2016 y podrían agravar los riesgos globales este año si no se toman medidas urgentes. Por lo tanto hacen un llamado a la acción colaborativa por parte de los dirigentes mundiales para evitar mayores dificultades y volatilidad en la próxima década.
“Los principales impulsores de los riesgos pueden frenarse o invertirse construyendo sociedades más incluyentes, para lo cual serán fundamentales la cooperación internacional y el pensamiento a largo plazo”, menciona el informe.
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La desigualdad económica y de la distribución de la riqueza así como la creciente polarización de las sociedades ocupan el primer y tercer lugar respectivamente entre las tendencias subyacentes que determinarán los avances globales en los próximos 10 años. Asimismo, los riesgos más interconectados según la encuesta de este año, son el alto desempleo estructural o subempleo y una profunda inestabilidad social.
Por su parte, el medio ambiente domina el panorama de riesgos globales, donde el cambio climático ha sido la tendencia subyacente número dos este año, y por primera vez, los cinco riesgos medioambientales de la encuesta se han clasificado como de alto riesgo y de alta probabilidad, con los fenómenos meteorológicos extremos emergiendo como principal riesgo global.
El informe destaca como las complejas transiciones que atraviesa el mundo actual, desde prepararse para un futuro con emisiones reducidas de carbono y un cambio tecnológico sin precedentes hasta las nuevas realidades económicas y geopolíticas globales, hacen aún más necesario que los dirigentes practiquen el pensamiento, la inversión y la cooperación internacional a largo plazo.
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Desafío tecnológico
De acuerdo al estudio, la sociedad no sigue el ritmo del cambio tecnológico. De las 12 tecnologías emergentes analizadas en el informe, los expertos han detectado que la inteligencia artificial y la robótica tienen el mayor potencial para ofrecer beneficios, pero también para provocar efectos negativos, por lo que se hace imprescindible una mejor regulación al respecto.
“La inteligencia artificial tiene potencial para generar importantes beneficios en los sectores de fabricación y transporte a través de los servicios financieros y del cuidado de la salud. Sin embargo, una mayor dependencia de la inteligencia artificial creará nuevas amenazas y agravará las ya existentes, como la cibernética o la inestabilidad social”, afirmó, John Drzik, presidente de riesgos globales y especialidades de Marsh.
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