*Por Fabrice Garnier, MSc en Gestión de Cambio Climático y Finanzas, Imperial College Business School
En el ámbito empresarial es habitual considerar al cambio climático como un apocalipsis del futuro, respecto al cual el sector ambientalista hace sonar la alarma pero moviliza relativamente pocos recursospara mitigar sus efectos. Si bien es cierto que enfrentamos enormes retos, es importante considerarlos como oportunidades para mejorar la manera en la que interactuamos entre nosotros y con el planeta. Debemos permitirnos soñar con un futuro mejor y comenzar inmediatamente a construirlo.
El sector energético es uno en el que se registran los mayores avances de la sostenibilidad y también uno de los más controversiales. Por un lado se le atribuyen falsamente propiedades limpias a combustibles fósiles, como el carbón y el gas natural;y por el otro se santifica a las renovables por sus bajas emisiones y consistencia. Pero, ¿qué pasará cuando todo el sistema energético de un país se vea afectado por cambios en sus recursos hídricos o por desastres naturales, como el huracán Otto y la tormenta tropical Nate? Debemos mejorar la resiliencia de nuestros sistemas energéticos para mitigar el efecto de los shocks climáticos y económicos, tanto futuros como inmediatos. La mejor manera de asegurarnos esta resiliencia es apostando fuerte por un sistema de energías renovables moderno.
El primer paso para lograrla es independizarnos lo más posible de la generación de energía a partir de combustibles fósiles, especialmente en lospaíses que no producen petróleo. De esta manera, se reduce la exposición de la producción energética a la volatilidad de precios enlos mercados internacionales, ya que las energías renovables no dependen de los commodities como las fuentes tradicionales. Si bien las plantas de renovables exigenuna gran inversión inicial, también son una fuente de empleo adicional, versus la simple importación de hidrocarburos. Así, se mejoran no solo los índices ambientales de un país, sino también las tasas de empleo, generando un mayor bienestar para la población.
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También es importante diversificar, lo más que sea posible, las fuentes de energías renovables, para mejorar la resiliencia climática del sistema. Esto se viene trabajando con las tecnologías smartgrid, en las que se usan las tecnologías de la comunicación para entender como interactúa el sistema climático con el energético. Por ejemplo, si tenemos un parque eólico y queremos contrarrestar las pérdidas cuando no hay viento, se pueden encontrar áreas con poca cobertura nubosa, para colocar una planta solar. En este caso el smartgrid se encarga de contrarrestar las pérdidas de energía eólica con energía solar.
Podemos aplicar esta misma lógica pensando en los efectos climatológicos que estamos y seguiremos enfrentando en el futuro. Por ejemplo, en Costa Rica, abanderada mundial de la producción energética renovable, que depende altamente de la producción hidroeléctrica, su gobierno señaló a la volatilidad de recursos hídricos como uno de los problemas más grandes que enfrentará el país es la adaptación climática. Considerando esta volatilidad y los grandes desastres naturales enfrentados en los últimos años (y que seguirá enfrentando en el futuro), hay un alto riesgo asociado a la producción hidroeléctrica que se podría reducir drásticamente con la mayor inclusión de fuentes renovables, como la energía solar.
Abrir el mercado eléctrico a más generadores eléctricos también reduce el riesgo de que el sistema energético se vea afectado por un shock climático, ya que otras fuentes podrán compensar sus efectos. De paso, colocar estas plantas en áreas rurales, podría generar fuentes de trabajo en áreas alejadas a la capital.
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La diversificación de nuestra matriz energética renovable no es solo un tema de eficiencia y emisiones, sino también de prepararnos de mejor manera para los cambios que deberemos enfrentaren el futuro. Si logramos capturar estas oportunidades y diversificar las fuentes y compañías proveedoras de energía renovable, estaremos mejor preparados para generar, a largo plazo, un mayor bienestar socioeconómico y ambiental con bajos costos asegurad