Muchos de nosotros no nacimos con el cociente intelectual de Einstein, y si además no tenemos la suficiente confianza en nosotros mismos, alguna vez nos hemos preguntado: ¿Soy en realidad lo suficientemente inteligente para conseguir los retos que me proponga?”. Algunos incluso hemos desestimado una oferta o desechado una oportunidad por miedo a no tener la capacidad intelectual para lograr el éxito.
El Nobel James Keckman y su equipo sugieren en un reciente estudio que el cociente intelectual no tiene nada que ver con el éxito. Para llegar a esta conclusión, los investigadores rastrearon los datos de registro del cociente intelectual, resultados de test de personalidad estandarizados y las clasificaciones en distintos niveles educativos de cientos de personas de Reino Unido, Estados Unidos y Países Bajos.
Calcularon qué relación tenía cada uno de esos elementos con el éxito que posteriormente tuvieron las personas que participaron en la investigación. ¿Qué porcentaje de los casos de éxito económico dependía del cociente intelectual del sujeto? Vale, no es del todo correcto medir el éxito de una persona en base a sus ganancias, pero en cualquier caso el grupo de investigadores consideró que era el baremo más aproximado para medir los resultados. La cuestión es que solo entre un 1% y un 2% de los analizados guardaba relación con un cociente intelectual más alto de lo normal.
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Las notas escolares y universitarias resultaron ser un tanto más relevantes que los resultados arrojados por tests de inteligencia. Está claro que tu sobresaliente en Física y química durante el instituto no guarda una relación directa con tu talento o con tus capacidades intelectuales; pero el estudio concluye que rasgos de la personalidad como la constancia o la inquietud predicen mejor los resultados personales y profesionales que se experimenten en el futuro.
Es una buena noticia para los interesados en la introspección y la mejora personal, porque mientras el cociente intelectual es mayor medida un valor estable, la personalidad es más moldeable. Otras investigaciones de Heckman demuestran que es posible enseñar de sde pequeños las habilidades y los hábitos que tienen mayor relación con el éxito en la edad adulta. Cometemos un error cuando damos por hecho que nuestro carácter es inflexible; de hecho, la ciencia sugiere que nuestro comportamiento es fácilmente alterable por nuevas circunstancias, miedos o acontecimientos inesperados.
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En definitiva, es la hora de dejar de preguntarse si tenemos el cerebro suficiente para ser personas de éxito en nuestra vida profesional para empezar a preguntarnos si lo que tenemos es la personalidad para ello. Y ante todo, por cuánto tiempo: en cualquier momento, si tienes interés, puedes adquirir esas habilidades.