Redacción/EFE
Los yates y los barcos “son el mejor juguete que se puede comprar” ahora que el mercado vuelve a estar "sano", manifestó Alejandro Weinstein, representante del grupo Ferretti, una de las 200 compañías expositoras que participa de la vigésima séptima edición de la Feria Internacional de Yates de Miami, Florida.
Y es que la industria náutica es uno de los peces gordos del condado de Miami-Dade, dejando más de US$768 millones sólo en 2014 y 7.700 puestos de trabajo en este periodo. En total, la exposición contará con 500 embarcaciones, valoradas en mil millones de dólares, que se suman a las 3.000 que el International Boat Show distribuyó entre distintos atracaderos.
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Lo anterior deja claro que ya quedaron atrás los residuos de la crisis económica, que golpeó fuertemente a la industria en 2008 y durante los años siguientes, cuando se tambalearon los sectores inmobiliario y financiero y la compra de yates dejó de estar en la agenda.
Un caro amor. De acuerdo a Ricardo Strul, vicepresidente de Show Management, de la compañía organizadora de la feria, los precios de salida de las naves andan entre los US$20 y los US$100 millones; pero si no quiere comprarlo, existe también un servicio “chárter” de alquiler que funciona por semanas.
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El lujo también se siente por dentro, donde se nutre otro negocio que avanza con fuerza: el de los accesorios. En esto, los expertos apuntan a que los aparatos para deportistas despiertan mayor curiosidad, por ejemplo un dispositivo para surcar el mar y bucear puede rondar entre los US$9.000 y los US$12.800. Mientras, una tabla eléctrica para deslizarse por el agua puede costar hasta US$19.000.
El despliegue de ostentación acuática se realiza entre el 12 y el 16 de febrero, y reúne a millonarios de México, centro y sur de América, europeos y estadounidenses.