Amafredo Castellanos
Una madre indígena, en un humil-de poblado en el norteño departamento de Huehuetenango, al noroeste de Guatemala y frontera con México, no desconoce las trágicas historias recientes de algunos de sus vecinos cuyos hijos marcharon un día en busca del sueño americano, pero no lo consiguieron.
Ahora, con angustia, ve como los atardeceres se agotan cada día frente a sus ojos que no encuentran en el horizonte la noticia esperada, la de su propio hijo, que marchó en pos de la misma ruta por un sueño de oportunidades.
Mientras, en Guatemala, la pobreza se profundiza y con mayor rigor en el campo, donde, por ejemplo, hay municipios marcados con un índice de pobreza de hasta 90,9%, como San Idelfonso Ixtahuacán, Huehuetenango. A la par, crecen complejos problemas sociales que comprometen la vida misma de los más vulnerables y sentencian a muerte todo sueño futuro.
Otros municipios en el país presentan niveles de pobreza aún mayores, por lo que casi la totalidad de su población rural vive en pobreza: Santa Lucía la Reforma, en Totonicapán, y San Juan Cotzal, en Quiché (97.8%); Santiago Atitlán, en Sololá, y Chisec, en Alta Verapaz (97,3%), de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística (INE).
La pobreza no es el único factor que origina la migración a Estados Unidos, un problema que en el 2014 alcanzó dimensiones de “crisis humanitaria”, por un éxodo de más de 68.500 niños no acompañados de-tenidos por la patrulla fronteriza en territorio estadounidense. También lo es la violencia e inseguridad, especialmente en Honduras y El Salvador.
El mapa de las migraciones del Triángulo Norte de Centroamérica confirma que la pobreza es la principal razón en Guatemala, como la violencia lo es en los otros dos países. Estos dos países se están alternando como los más violentos en el mundo con una tasa de homicidios de 68 por cada 100.000 habitantes, según Insigth Crime.
En Honduras, en el 2014, la tasa fue de 68, que supuso una reducción de muertes violentas de 12,2% en comparación al 2013, según el Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH). Del total de 5.936 víctimas de homicidio en el 2014, 4.713 tenían edades comprendidas entre los 15 y los 44 años, según el estudio.
Estas fueron, en gran parte, las razones que convirtieron a los tres países centroamericanos en actores de la crisis del 2014 y el origen de la reacción de la Casa Blanca en respaldo a una iniciativa de los mandatarios de los tres países, planteada en julio, para la implementación de un “Plan Colombia” para el Triángulo Norte de Centroamérica, llamado Alianza para la Prosperidad, ahora en proceso de su confirmación por el Congreso de Estados Unidos.
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