Por Amafredo Castellanos
Es el octavo escalón que los guatemaltecos trepan en su difícil ascenso a la democracia. Se trata del octavo ejercicio electoral, a partir de 1985, cuando se realizó la primera elección democrática tras continuos regímenes militares autoritarios y fraudulentos.
El 2015 es año del nuevo proceso, con elecciones generales que la autoridad electoral convocará en mayo para que se realicen en septiembre. Esto se cumple en medio de circunstancias tensas y dudosas, con evidencias de infiltraciones criminales en las instituciones de seguridad y justicia, y el tráfico de influencias en contra del Poder Judicial desde los otros poderes del Estado.
Tales evidencias quedaron señaladas en un decisivo 2014, durante los procesos de elección del nuevo fiscal general y las cortes de justicia, el primero con la última palabra del jefe del Ejecutivo y el segundo con la decisión final a cargo del Legislativo.
Controversial alianza. Un elemento adicional despierta los temores y desconsuelos entre académicos y politólogos. Funcionó en buena parte del 2014 una alianza que encendió la desconfianza, incluso declarada, entre la oposición más radical y con posibilidades de triunfo electoral y el oficialismo.
“Si entendemos la democracia simplemente como procesos electorales reconocidos, obviamente, vamos a tener una elección en la que muy posiblemente se acepten los resultados. Pero la democracia es otra cosa.”, advierte Virgilio Álvarez, actual investigador asociado del Instituto de Estudios para América Latina de la Universidad de Estocolmo.
Hay agravantes y Álvarez los señala a partir de lo que califica como una “militarización del Estado”, a partir del manejo de la gestión pública desde una perspectiva militar que “anula el elemento fundamental de la democracia: la negociación amplia y política, y permite que prevalezca el manejo de intereses”.
En este contexto, Álvarez refiere cómo en el actual periodo de gobierno, el Congreso solamente aprobó aquello que al Ejecutivo conviene e interesa. “¿Cuáles son las negociaciones que ha realizado el Ejecutivo?”, se pregunta. “No las sabemos. Nunca hemos tenido claridad de las negociaciones políticas que se hicieron con [el partido opositor] Líder”, responde.
En este marco, de acuerdo con el politólogo Renzo Rosal, el 2015 depara un año “revuelto”, no solo por la dinámica electoral, sino además “por las presiones más directas y fuertes para terminar de cooptar la institucionalidad en favor de intereses sectarios”.
Como parte de este panorama, Rosal también ubica una serie de temas con fuerte incidencia en los hechos. Continuará y podría ser más agudo el acoso al Tribunal Supremo Electoral (TSE), comenzarán a levantarse polémicas por las decisiones de la cortes, se volverá a marcar la polarización de la sociedad ante la reanudación del juicio al exgeneral Efraín Ríos Montt y el eventual retorno del expresidente Alfo Portillo, tras cumplir su condena en Estados Unidos, daría un ingrediente adicional al complejo escenario.
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