Mariela Montero
Aunque las normas, las intensidades y los ritmos de aplicación varían, todos los Gobiernos están concentrados en un mismo fin: engrosar sus arcas para hacer frente a un escenario fiscal cada vez más apremiante. En consecuencia, el 2015 traerá consigo una fiscalización más agresiva.
Datos del Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (Icefi) estiman que para el cierre del 2014, en promedio, los ingresos tributarios de los Gobiernos centrales de Centroamérica alcanzaron un 13,4% del producto interno bruto (PIB), mientras su nivel de gasto se estimaba en 19,2% del PIB. Como resultado, la deuda promedio de los países se ubicaba en 36,8%.
Tal como explica Rita Silva, socia de impuestos y legal de Deloitte Honduras, en la mayoría de los países de la región este año se tomarán decisiones estratégicas sobre la política fiscal y, según analiza, el crecimiento de la base de contribuyentes será determinante, por lo que se reconoce que los planes de simplificación tributaria para los contribuyentes o la reducción de exoneraciones y exenciones fiscales son puntos que seguirán presentes en las agendas fiscales de la región.
De esta forma, Carlos Armando Pérez, asesor económico fiscal de la Fundación Nacional para el Desarrollo (Funde) en Guatemala, asegura que también es de esperar que los fiscos busquen aumentar la carga tributaria por la vía del alza en las tasas impositivas y a través de mayores esfuerzos de fiscalización y control.
“La relación fisco-contribuyente corporativo estará definida por una mayor exigencia por parte del Estado a las empresas para que aumenten su aporte fiscal, ya sea en forma voluntaria o mediante la acción coactiva”, afirma Pérez.
A esta discusión, Rafael Sayagués, socio director de impuestos de Ernst & Young para Centroamérica y Panamá, agrega que estas prácticas más agresivas no son un tema nuevo, sino que más bien se trata de un fenómeno que ha venido evolucionando desde el 2009, año en que la crisis mundial empezó a impactar más directamente a las economías del área.
“El fenómeno tiene mucha lógica, porque en el momento en que hay crisis hay contracción de la economía, contracción de inversión, desempleo, se reduce el consumo y por ende la recaudación fiscal de los Gobiernos se ve muy afectada”, señala Sayagués.