Entre el top 10 de las mejores universidades de América Latina, publicado por Quacquarelli Symonds a mediados del 2015, desfilan cinco casas de estudio brasileñas, dos chilenas, dos mexicanas y una colombiana.
¿Qué las hace ser las mejores de la región y qué le hace falta a Centroamérica para obtener un lugar en tan codiciada lista? Carl Langebaek, vicerrector académico de la colombiana Universidad de Los Andes, posicionada en el séptimo lugar en el ranking, lo responde en exclusiva a Mercados & Tendencias.
¿Qué tienen en común las mejores universidades de América Latina?
Entre las 10 primeras universidades, una característica importante es que la mayoría de esas universidades son públicas y tienen grandes presupuestos del Estado. Entonces diría que un primer factor en común es que la mayoría tiene recursos; lo otro es que tienen un profesorado altamente calificado y bien remunerado.
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¿Por qué destacan estas universidades en la región?
Todas estas son universidades con un alto componente de internacionalización. Es decir, saben que deben ser relevantes en un contexto local, pero están conectadas con el mundo. Otro de los factores que las hacen buenas universidades es que reciben a los mejores estudiantes, aspirando a que su capacidad económica no sea el filtro de entrada.
¿Cómo se está impulsando la educación privada en la región?
La universidad privada puede surgir por dos razones muy distintas: como una oportunidad de negocios para unos, o como un esfuerzo genuino de mejorar la calidad de la educación y suplir lo que la pública en algunos casos no ofrece.
La educación privada de calidad ha ido creciendo y hoy la mayoría de los países latinoamericanos tiene alguna universidad privada de buena calidad. Pero ha sido un camino muy difícil porque la educación de calidad es muy costosa.
8 de las 10 mejores universidades están en América del Sur. ¿Por qué?
Eso no necesariamente es una luz. En parte Suramérica sí puede estar haciendo más esfuerzos en educación, pero por razones que son de tipo económico. Chile y Brasil han hecho las cosas muy bien y ha sido así porque han invertido recursos a lo largo de muchos años, sin importar el partido político que esté en el poder. Hoy hay que tener claro que la calidad depende de los recursos.
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¿Qué le hace falta a la educación superior centroamericana para llegar al top 10?
Política y recursos. La tendencia mundial apunta a que las universidades cada vez requieren más recursos y realmente los Estados están en necesidad de proveer. Todo esto tiene una razón, la educación no es un gasto, es una inversión.
Ante la sobreoferta, ¿cómo diferenciar una buena academia de una que no lo es?
Los rankings no son perfectos pero hay algo seguro: las buenas universidades van a salir bien y las malas tienden a no salir. Hay una proliferación de universidades de mala calidad y esa es una de las cosas que hay que controlar, llegó la hora de que los estados latinoamericanos controlen la calidad de la educación que se está dando a los jóvenes.
¿Qué pueden aprender las universidades centroamericanas?
Una de las lecciones más grandes que pueden aprender es la necesidad de invertir a largo plazo. Hay que invertir de manera permanente, constante, estable, sin los vaivenes de la política, hay que entender que la educación hay que apoyarla por encima de cualquier otra consideración, con criterios de calidad.
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