En la década de los 70 era muy común escuchar frases como: “La mujer se queda en la casa atendiendo a los hijos y preparando la comida”. Han pasado muchos años desde entonces y todavía podemos escuchar argumentos como: “Yo no soy machista, porque nací de una mujer”. Es interesante ver como con los años cambia la forma del mensaje, pero el fondo se mantiene intacto, como escrito en piedra.
El precepto cultural sobrevive el paso del tiempo, de los huracanes de género y de las revoluciones ideológicas.
La discriminación hacia la mujer vive sin respetar estrato social, cultural o político, que lo diga Robin Wright, la afamada actriz estadounidense que le da vida a Claire Underwood en la serie House of Cards.
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En mayo del 2016, Wright anunció en una conferencia de prensa en Nueva York, que daba un ultimátum a los productores de la exitosa serie de Netflix. O le pagaban lo mismo que al protagonista masculino de la historia, Kevin Spacey (Frank Underwood), o abandonaba la travesía cuando los índices de popularidad la colocaban como el personaje más relevante y querido por los espectadores.
Los números le dieron a Wright el respaldo y la fuerza para pedir un ajuste salarial y, con ello, elevar el tema hasta la discusión de fondo: ¿Ganaba menos por ser mujer?, ¿Su personaje femenino era menos importante que el de Spacey?, ¿Por qué la productora le pagaba casi $100.000 menos que al protagonista masculino?
Medios internacionales publicaron que Spacey ganaba $500.000 por cada capítulo de House of Cards, mientras que Robin Wright se acreditaba $420.000 por episodio. Al final, el tema económico se resolvió y, tras una lucha mediática, los protagonistas siguen juntos para enfrentar una reelección presidencial en la quinta temporada que se avecina.
Silicon Valley no se escapa
En octubre del 2014, Satya Nadella, presidente ejecutivo de Microsoft, aseguró que las mujeres no deberían molestarse en pedir un aumento de salario. Las declaraciones desataron críticas que despellejaban al alto ejecutivo a la velocidad de la luz, la respuesta del señor se dio al mismo ritmo. Lleno de arrepentimiento ofreció disculpas.
La ventana se abrió. La evolución del mensaje discriminatorio contra las mujeres siguió vigente. Menos de un año después, Katie Moussouris, exempleada de Microsoft, presentó una denuncia por sesgo de género contra Nadella.
Moussouris, ahora jefe de Políticas de Hacker One, aseguró que en Microsoft muchas mujeres ganaban menos dinero por desempeñar funciones y puestos iguales a los de algunos hombres. Además, la denuncia destacaba que los hombres recibieron preferencias en promociones dentro de la compañía y mejores calificaciones en evaluaciones de desempeño.
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Amazon es otro caso de una empresa domiciliada en Silicon Valley, que lucha por reducir la brecha salarial entre hombres y mujeres. La firma Joint Venture Silicon Valley reveló que en esa importante zona empresarial donde predominan los modelos de oficinas circulares y los modernos organigramas donde todos son equipo y nadie es jefe de nadie, todavía los hombres ganan 61% más que sus contrapartes femeninas. La evolución continúa.
Una de las empresas de moda, Uber, tampoco escapa de esta polémica. El pasado 17 de febrero, Susan J. Fowler, publicó en su blog, una historia que ella misma describió como “extraña, fascinante y ligeramente aterradora”. Fowler decidió renunciar a su trabajo en la firma de servicios de transporte tras un año, debido a un presunto caso de acosos sexual que no se manejó bien a lo interno de la compañía.
Luego de que la historia se hiciera pública, Travis Kalanick, CEO de Uber, ordenó una investigación con el fin de eliminar malas prácticas en su empresa.
Bienvenidos al trópico
Hagamos un zoom in en el telescopio y cerremos un poco el ángulo de visión. Pasemos de Silicon Valley, San Francisco, California; y abarquemos la región de América Latina y el Caribe.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), anunció este martes 7 de marzo -antesala del Día Internacional de la Mujer- que a pesar de que la tasa de desempleo en la región tuvo una disminución de 2,8 puntos porcentuales entre 2002 y 2013, la situación no es favorable para las mujeres.
Las mujeres siguen siendo golpeadas por el flagelo del desempleo en América Latina y el Caribe, en esta región la tasa de desempleo para los hombres es de 6,6% mientras que para las mujeres alcanza el 8,6%.
“Las desigualdades tienen su base en un sistema social que reproduce estereotipos y conserva una división sexual del trabajo que limita la inserción laboral de las mujeres. Estos factores estructurales representan un obstáculo para la superación de la pobreza y la desigualdad así como para la consecución de la autonomía económica de las mujeres, más aún si se considera el contexto actual de contracción del crecimiento”, asevera la Cepal en su informe. Una fuerte conclusión, aunque real a fin de cuentas.
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Pero no todo en el camino es malo. Alivia conocer casos de éxito marcados por el apoyo y la fortaleza de género. Susana Quintero, es una venezolana que dejó su país para llegar a Costa Rica y emprender un negocio.
Su empresa Yolobon, que hoy fabrica helados con productos orgánicos que irrumpieron en el mercado costarricense, tiene una historia de éxito que reside en la fortaleza femenina. “El proyecto lo empezamos mi mamá, una amiga y yo. Mi amiga siguió su camino, pero mi mamá y yo logramos crear una empresa que está teniendo éxito”, comentó Quintero.
Su compañía cuenta actualmente con seis colaboradores y en abril del 2017 cumplirá un año de haber iniciado la distribución en la cadena de supermercados Auto Mercado. En ese mismo mes, Yolobon empezará a distribuir sus productos en las tiendas Walmart de Costa Rica y, poco a poco, se expandirá a los supermercados Másxmenos.
Quintero relata que el camino no ha sido fácil, pero tampoco se atreve a señalar discriminación de género en contra de su proyecto. “Siempre nos han apoyado y nos han dado nuestro lugar como mujeres exitosas, creo que la ciencia está en ganar el respeto de la gente”, concluye una de las fundadoras de Yolobon.
Empero, la discriminación de género no ha desaparecido con los años, solo ha evolucionado. Se esconde en comentarios, en actitudes de personas y en prácticas empresariales, que por suerte cada vez se hacen menos frecuentes. La discriminación de género está presente en el machismo que todavía existe en algunos hombres, pero también, en algunas mujeres.
El mundo cambia –frase de cajón- y la discriminación de género se transforma al mismo ritmo. ¿Cómo se puede superar este fenómeno?, es difícil darle una respuesta a esa pregunta.
Aunque quizás el escritor español Ángel Ganivet, nos dios una buena pista para encontrar varios orígenes de respuesta cuando afirmó que “La mujer tiene un solo camino para superar en méritos al hombre: ser cada día más mujer”.