Amanda Rodas y Raquel Cortez
En el rostro de Andrés Panameño todavía queda alguna evidencia del hecho lamentable del 2008. En ese año, se encontraba estudiando y trabajando, una etapa pesada que lo agotaba y sobre todo lo estresaba.
Un 16 de septiembre, saliendo de sus clases, iba conduciendo de manera directa prestándole más atención a todas las actividades que debía resolver en ese día, lo que no imaginó es que el colapso de estrés lo desconcentraría de la carretera y lo llevaría a estrellar en un tráiler.
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Ese accidente de gran impacto lo hizo despertar en un hospital con fisuras en sus dos costillas, lesiones, reconstrucción de su párpado, labio y otros daños físicos que se resumen en 170 puntadas en el rostro.
Andrés recuerda esa etapa de su vida mostrando nerviosismo y con un tono de voz quebrantada. “Casi me reconstruyen el rostro, me quebré la nariz, el párpado se me partió, igual que el labio, recuerdo que perdí como 3,5 litros de sangre y el cuerpo solo tiene 5… estuve bastante cerca de la muerte, solo estuvo Dios conmigo”, cuenta.
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La familia y amigos fueron el pilar principal para la recuperación total de Andrés. En su memoria figura aquel cuaderno que su madre tenía en el hospital, en donde todos los días le escribían diferentes amigos que lo visitaban y le dejaban cartas para que se sintiera apoyado, pues él no podía recibir visitas dentro de la habitación en la que se encontraba. Cuando Andrés fue dado de alta, su casa se convirtió en tertulia, pues amigos y familiares se reunían fines de semana para poder estar más cerca de él.
A mediados del 2010 fue que se incorporó a su rutina diaria y tomó decisiones que le ayudarían a cambiar su estilo de vida. Empezó con sus hobbies y deportes, surf y kick boxing.
Andrés decidió ponerse reglas que le ayudaran a sobrellevar ambas actividades. Aprendió a distribuir las cosas que le gustan y vivir el día a día. “Apreciar las cosas, tomarse el tiempo de valorar las bellezas de cada día, un amanecer, atardecer, el día lluvioso, pequeñas cosas alimentan el alma y dan vida”, expresa.
Ahora Andrés disfruta cada momento de su vida, los problemas los toma de una perspectiva positiva y si existe un obstáculo, trata de superarlo de la mejor manera para no estresarse. Algo que le ayuda a tomar las cosas de una manera positiva es escuchar su música favorita, concentrándose y disfrutando cada momento de su trabajo.
Actualmente es jefe de marca de Jagermeister, licenciado en administración de empresas y técnico en sistema informático.
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Andrés comparte su perspectiva de vida, lo que le ha ayudado a combatir el estrés y ver todo de una manera positiva: “Es ver la vida en dos planos, mi vida laboral formal y mi vida personal, saber lo que me gusta y me apasiona, tener equilibrio entre ambas cosas, hacer cosas que nos llenen, pensar en ahora y disfrutar de cada detalle que la vida nos da y ser de corazón abierto, porque en un cerrar de ojos, literalmente, la vida puede cambiar, así fue mi caso”.