Carlos Arturo Guisarre
Los dueños de las empresas pequeñas y medianas en República Dominicana –dígase de 100 empleados o menos– necesitan que los hijos de los fundadores o de quienes ostenten la propiedad de la compañía estés listos para el relevo, uno de los aspectos más sensibles de las garantías de sostenibilidad de la empresa familiar.
“Entonces con frecuencia se contrata a un coach como un aliado útil dentro de los planes de sucesión, es la manera de preparar a esos jóvenes ejecutivos para asumir la empresa, debido al tiempo oportuno que ven sus padres para ceder el paso”, cuenta Patricia Báez Herrera, presidenta de Team Building Company, quien asesora empresas en México, Costa Rica, República Dominicana y Panamá.
Contrario a la percepción generalizada de que el coaching encuentra su segmento en las grandes corporaciones, Báez Herrera opina que los planes de sucesión de las empresas medianas representan una fuente de negocios importante para los coaches.
Luego, se suman a la demanda agregada de este servicio las empresas multinacionales, en especial estadounidenses y canadienses, donde hay líderes “muy jóvenes” pero con la capacidad técnica y “solo se necesita sacar lo mejor de ellos, extraer la gran cantidad de competencias y valores con los que pueden asumir sus posiciones”.
Ó;scar Ramírez, director de Coaching Estratégico –una empresa mexicana– y mentor de la Federación Internacional de Coaching (FIC), expresa que a escala empresarial, el coaching suele ser más utilizado para el desarrollo de ejecutivos de puestos clavo y alto potencial.
“Las corporaciones multinacionales han sido las más entusiastas. Por dar un ejemplo, IBM tiene más de 60 coaches certificados entre sus diferentes rangos, para mí esta es una señal de que grandes compañías han hecho del coaching una parte nuclear. La presuposición es que, bajo las circunstancias adecuadas, las interacciones uno a uno brindan cierto enfoque que otras formas de apoyo organizacional simplemente no dan”, manifiesta Ramírez.
Su perspectiva es que cada vez más empresas medianas, e incluso pequeñas y micro, utilizan el coaching. “El negocio familiar que no tiene una estructura adecuada puede tener muchos beneficios con un coach. En México, la experiencia es que sí está permeando y creo que así ha de ser de forma muy general en otros países de Latinoamérica”, estima el mentor mexicano.
Coaching en mercados emergentes
Álvaro Merino, de la Escuela Universitaria Real Madrid, en España, reconoce que en economías más avanzadas cada vez se entiende mejor la apuesta por este tipo de servicios y de profesionales.
“Mi experiencia en Centroamérica es que son cada vez más los directivos que entienden la necesidad de sentirse acompañados frente a los desafíos profesionales que deciden acometer. La figura del líder superhéroe no se sostiene en un entorno VUCA (siglas en inglés para “volátil, incierto, complejo y ambiguo”) en el que cada persona necesita transformarse en un permanente aprendiz ágil y flexible”, opina el coach y catedrático español.
El coaching está instalado en todo el mundo. En Centroamérica se encuentran países donde está más desarrollado, como Costa Rica y Panamá, y países donde todo es incipiente, como El Salvador, Guatemala, Nicaragua, entre otros, dice José Luis Revah, docente especialista en coaching ontológico de la ADEN Business School of Buenos Aires.
Minor Arias, de Leadership Coach de Costa Rica y de Líderes Determinados, coach certificado en liderazgo en John Maxwell, considera que ya en la región se visualiza desde hace tiempo, tal vez no a gran escala, pero ya es conocido y “ya no es una práctica solo del primer mundo, pues grandes compañías han invertido en tener sus operaciones en Centroamérica”.
Ramírez pone un leve freno al entusiasmo de sus colegas. En un estudio realizado en el 2012 por la Federación Internacional de Coaching (ICF) se estimaba que hay alrededor de 47.500 coaches a nivel mundial, responsables de generar ingresos en la industria por US$2.000 millones cada año. “En Estados Unidos y Canadá, el número de coaches asciende a 15.8000, mientras que en Europa Occidental es de 17.800 y en América Latina y el Caribe es de 2.600”, indica.
En Latinoamérica, el coaching va lento, explica. Sí ha crecido en el ámbito organizacional, pero cree que todavía el subcontinente está atrasado en contribuciones que llamen la atención a nivel global.
“Todavía se está picando piedra en la región. Sí hay buenos esfuerzos, pero algo que veo necesario es aportar iniciativas desde Latinoamérica que nos hagan sobresalir más como mercado. Ha habido propuestas interesantes desde Venezuela o Chile, pero que son las menos”, añade.
En Latinoamérica está más posicionado el modelo que propone la Federación Internacional de Coaching. Es un modelo que parte de que el coach es una persona que va a sacar el máximo potencial de quien entra en esta clase de programas, pero siendo aquel el experto en su vida y en su trabajo. “El cambio es que el coach no es el experto, no es el que dice o tiene la respuesta, sino el que va a sacar todo el potencial, pero partiendo de que la persona tiene las respuestas, porque conoce mejor que nadie su trabajo”, completa el especialista de México.
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