Por Graciela Bocchi
Desde su irrupción en la escena del mundo corporativo allá por la década de los 90, la denominada inclusión femenina en la empresa, llegó para quedarse y transformar el debate en las culturas organizacionales. Investigadores, activistas, grupos de interés, llevaron a cabo una gran cantidad de investigaciones que contribuyeron a demostrar la contribución real y el valor diferencial de contar con mujeres en la alta dirección.
A modo de ejemplo, el Peterson Institute for International Economics y EY en su Informe “Is Gender Diversity Profitable?”, sobre la paridad de género en el entorno corporativo, analizó los resultados de aproximadamente 21.980 empresas que cotizan en bolsa a nivel mundial en 91 países durante 2014. En sus conclusiones, expresa que una organización con un 30% de mujeres en posiciones de liderazgo asegura hasta 1 punto porcentual su margen neto.
A modo de síntesis, podemos enumerar las conclusiones de las investigaciones y testimonios, sobre los beneficios de esta inclusión:
1-Dado que no es un patrón histórico la dirección femenina, cuando dirigen a nivel estratégico, quiebran la lógica tradicional de la empresa y por ello se potencia y genera la innovación.
2-La propia historia de trabajar por el posicionamiento profesional, proyecta a la dinámica de las relaciones la influencia, el networking y el trabajo colaborativo. En consecuencia, la productividad aumenta.
3-Por los roles y los mandatos sociales históricos, su camino de ascenso es más arduo. En consecuencia demuestran mayor resistencia a la frustación y resiliencia ante los obstáculos y cuentan con más herramientas para gestionar las crisis.
4-Por su construcción de identidad, están más orientada a las personas y su bienestar y se ocupan del clima organizacional.
5-Conjuntamente, datos de estas investigaciones demuestran que hay más orientación ética y foco en la eficiencia.
Ahora bien, datos de América Latina contrastan con estos argumentos y comprobaciones. En el Informe de 2015 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), Latinoamérica registró un 18 % de presencia de mujeres en la alta dirección, en detrimento del 28 % alcanzado en 2009.
El mismo Informe de la O.I.T. concluye a partir de los datos que “los tres obstáculos principales al liderazgo de la mujer son las responsabilidades familiares, los estereotipos de género y la cultura empresarial masculina”. Para acelerar la transformación de esta situación es necesario trabajar en la deconstrucción de paradigmas internos, generalmente del inconciente colectivo, asociados a los roles de género, sobre todo en quienes toman decisiones.
Me interesa resaltar que en procesos conversacionales y de abordaje cultural en las organizaciones, he podido comprobar que estos paradigmas operan no sólo en el género masculino sino también en el femenino. Esto último impacto significativamente, dado que en latinoamérica son mayoritariamente mujeres las responsables de los procesos de selección y desarrollo.
**Directora Internacional B2B ADEN IBS- Speaker-Facilitadora