El economista Néstor Avendaño, presidente de Consultores Para el Desarrollo Empresarial (COPADES), con relación al balance comercial entre ambos países asegura: “el déficit comercial de Nicaragua con Estados Unidos se redujo del 3.7% a 0.9%, con lo cual se puede demostrar parte del beneficio que ha tenido Nicaragua en los primeros diez años de vigencia del más importante tratado de libre comercio”.
Estados Unidos ha sido -desde la entrada en vigencia del CAFTA-DR en abril de 2006- el principal socio comercial del país al participar con el 37.4% en el valor total de las exportaciones domésticas de bienes FOB y con el 19.0% en el valor total de las importaciones de bienes CIF del país.
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“A lo anterior se agrega, con base en cifras oficiales del BCN y ProNicaragua, un flujo bruto de inversión directa estadounidense de US$1,873 millones registrado en el período 1993-2014, que representó el 19.4% del total de la inversión extranjera directa recibida por el país”, indica Avendaño.
Con el TLC, las exportadores estadounidenses pueden vender con arancel cero bienes de consumo final como el pollo sin trocear y el pollo completo en trozos, legumbres, frijoles, aceite comestible, pinolillo, pastas alimenticias, sal refinada, papel higiénico, calzado, pan simple y dulce, mantequilla, jugos de fruta, vinagre, bolsas de papel y de plástico y jabón en barra, entre otro
También, bajo estas mismas condiciones pueden exportar a Nicaragua bienes de consumo intermedio o materias primas, tales como: alimentos para aves de corral, clavos, grapas, cementos, hidrógeno y oxígeno, bloques y ladrillos para la construcción y tejas. Entre la maquinaria y equipo, o bienes de capital, producidos en Estados Unidos y que puede entrar con arancel cero se distinguen las ambulancias, coches de turismo, vehículos familiares, palas, picos, rastrillos, machetes, cinceles y carretillas.
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Según Avendaño, el efecto positivo de esas importaciones con arancel cero provenientes de Estados Unidos es el mejoramiento del poder adquisitivo de los salarios y de la competitividad de ciertas empresas nicaragüenses por los menores costos de adquisición de insumos y de maquinaria y equipo.
“Sin embargo, en términos generales los empresarios nicaragüenses no se prepararon en los diez años pasados para poder competir con los empresarios estadounidenses, cuyos productos son de mejor calidad y tienen un menor precio por su menor costo de producción unitario, ni las autoridades gubernamentales diseñaron un plan para promover la competitividad empresarial”, señala el economista nicaragüense.
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Ante las carencias del sector empresarial nicaragüense frente a sus homólogos estadounidenses, Avendaño aconseja “tres tareas nacionales”: la formalización del mercado interno, el aumento de la productividad de la economía y el fortalecimiento de la competitividad empresarial.