Hablar de startups tecnológicas suena a disrupción y emprendimiento, tanto que podría considerarlas como las uberizadoras de la industria, si además se las ve junto con lo que hacen los proveedores tradicionales. Y no es para menos, el tórrido aleccionamiento que dio Uber a uno de los modelos de negocios más antiguos del planeta, los taxis.
Además le hace ostentar el primero de los 10 lugares en un ranking de la consultora Statista, la cual permite equiparación de las startups como disruptivas en los modelos tradicionales de servicios, productos y negocios de tecnología en América Central y República Dominicana. Hasta agosto pasado, Uber estaba valuada en US$68,000 millones por parte de las firmas de capital de inversión. Detrás de ella estaban Xiaomi, Didi Chu Xing y Airbnb.
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Los negocios emergentes al igual que Uber en sus inicios ya marcaron su punto de partida para colocarse en la industria, en especial los de tecnología según la revista CIO.com, ya que quieren consolidarse frente a los competidores tradicionales y para ello se valen de una apuesta de desarrollos y soluciones a la medida.
Esa necesidad de colocación está ocurriendo en América Central, en parte por la juventud y vitalidad de quienes están detrás de los negocios emergentes, además por la inclusión de algunas empresas de IT consolidadas que han encontrado en las startups un homólogo para dar respuestas a la medida a las empresas de distintos tamaños, una táctica funcional en una región muy fértil para las posibilidades de negocios.
Por ejemplo, para Sergio Gutiérrez, CEO de IT GAP Control, en Panamá, las startups son un complemento en la prestación de sus servicios y no un competidor en sí mismo por el cual haya que desvelarse. “Soy un fiel creyente de las startups. Aunque me apoyo en los grandes, no dejo de usarlas”, aseguró Gutiérrez.
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Dicha empresa se basa en la lógica de que no siempre se necesita un Ferrari para ir al supermercado, es decir que la ventaja de los negocios emergentes es ofrecer servicios unipersonales y eso sirve para completar las necesidades de los CIO, puesto que no siempre tienen que ser soluciones de alta tecnología. Pero sobre todo, Gutiérrez cree en que la unión hace la fuerza. Sin embargo, no basta con ser displicente con los demás competidores y menos con los de menor personal, que buscan una porción del pastel de IT en el istmo, porque cada cosa está en su lugar.
Dicho de otra manera, algunas de las empresas con más de cinco años consultadas dijeron que se aliaron con grandes proveedores, adquirieron certificaciones para estar en la palestra y dedican tiempo para consolidar la relación con los clientes para sobresalir en el segmento al que pertenecen. A pesar de todo eso e incluso con la creciente discusión del tema de las startups, América Central y República Dominicana aún están en su génesis de tal forma que, por ahora, no se les puede considerar como una cuna de startups.
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Adrián García, socio fundador de Carao Ventures, empresa que invierte en startups, consideró que la región no tiene la capacidad de ser equiparada con lo que pasa en otras regiones, como América del Norte, pero tiene atributos con grandes potenciales. “¿Cuna de startups? ¿Comparado con qué? Si se compara a Centroamérica con el Caribe, sí; pero con Sillicon Valley, no; aunque la región tiene la capacidad para convertirse en un hub de desarrollo utilizando las capacidades que tenemos”, afirmó García.